jueves, 28 de mayo de 2009

Violencia familiar


Violencia en la familia
Del insulto a los golpes hay una línea tenue que separa a seres queridos y los hace actores de una tragedia cada vez más extendida: la violencia intrafamiliar
El irrrespeto en la familia, entre parejas o con los niños, constituye, según muchos especialistas, uno de los factores determinantes en la gestación y formación de la violencia en la sociedad, ya que un niño que se forma, vive, sufre o presencia violencia es casi seguro que, cuando sea adulto, repita los modelos aprendidos y se convierta en un adulto violento. Para ahondar en este delicado y complejo tema, hemos conversado con la psicóloga Alsacia de Jesús, directora del Centro Profesional de Psicoterapia.

Víctima, victimario y salvador
Un hijo, varón o hembra, que presencia como el padre golpea a la madre y luego de pasado el pleito, ve cómo se reconcilian, dentro de lo que se llama el "ciclo de la violencia doméstica", puede formar resentimiento hacia esa madre sumisa, que perdona cosas que ellos no perdonan... La rabia, la frustración que produce que la madre se deje maltratar y que después perdone y vuelva con esa persona que reiteradamente la agrade. Generalmente se presenta a la mujer como la víctima de la violencia. Pero también se dice que la primera vez que una mujer es golpeada es una víctima, pero las veces siguientes es una "voluntaria".
Eso es cierto cuando se ve desde afuera. Es verdad, pero no es toda la verdad. En el proceso de formación de las personas se presentan elementos que victimizan: los padres exceden su poder, porque la autoridad generalmente utiliza inadecuadamente el poder de jerarquía biológico. Los padres aparecen primero y sin duda tienen una jerarquía particular - La formación de esas víctimas viene del hogar, lo hace la jerarquía mamá-papá, la autoridad victimiza por modelaje o por herencia. Pero no se puede olvidar que toda víctima es en sí misma un victimario y también un salvador. Cuando conseguimos a una mujer golpeada por su pareja, a una víctima, no se puede olvidar que en uno de los extremos del triángulo que es el ser humano, está el perseguidor, el victimario y en otro extremo, se haya el salvador. Ese mismo individuo se va a convertir en victimario para ser salvado y salvar al otro. Por eso la dinámica de la violencia intrafamiliar no se puede romper tan fácilmente. Existe una estructura básica que enseña que toda víctima necesita a un victimario y necesita a un salvador.

Fuente: http://www.talcualdigital.com/ediciones/2001/07/09/p9s1.htm

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